Nada mejor que pensar en los autómatas. Sobre todo ahora que hay esta luz espantosa, exactamente amarilla pero oscura. He caminado por la G/ rue Garancière y me reí al recordar que allí vivió Leibnitz. Luego volví a mi cuerpo y comencé a inventar autómatas, pegada la cara a la ventana mirando pasar gente y perros.
Nota (imagen): autómata tomada de Findtarget.
Nota (texto): poema inédito enviado a Alberto Lagunas. Tomado de Árbol de Alejandra.