19.9.15

Tremendos anhelos. Sólo se me ocurre decir ¡te amo!, ¡te deseo!...


19 de julio [1955]

Tremendos anhelos. Sólo se me ocurre decir ¡te amo!, ¡te deseo!

Ni una imagen poética acierta a pasar por mi mente. Sonrío. ¿Hay más poesía en algún lado que en el rostro del ser amado?

Cierro los ojos y recuerdo el momento de mis labios sobre los suyos. Extraño. Me es difícil recordarlo. En ese instante estaba inconsciente. Ahora pienso que tendría que haber sido distinto. Que fue un beso torpe y excesivamente fugaz. Que al iniciarlo yo, tendría que haberlo dado con las fuerzas que se lo pedí. ¡Bah! ¡Valiente razonamiento! Sí. Ahora que la terrible emoción pasó. (Clavo mis uñas en la palma de mi mano.) Antes, cuando no había sentido aún sus labios, me consolaba pensando en su frialdad. Pero ahora… ¡ahora! Jamás sentí labios más exquisitos, más suaves, más maravillosos que los de… Me desespero pensando y pensando en ese beso de despedida. Es como haber pegado para siempre su rostro en mí. Estoy atada a sus labios.

Escribo para no angustiarme tanto. Sólo me consuela el momento de verlo de nuevo.



***
Texto: fragmento del diario de Alejandra Pizarnik, entrada del cuaderno del 19 al 31 de julio de 1955 (Editorial Lumen).
Imagen: "El beso", Edvard Munch.

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