22.5.17

¡Yo! ¡Sólo yo sufro!


[...]

¡Háblenme de los hebreos en el desierto!
¡Háblenme de los pobres que mueren de hambre y de frío!
¡Háblenme de los clavos de Cristo!
¡Háblenme de los condenados a la hoguera!
¡Háblenme de las madres con sus hijos muertos!
¡Yo! ¡Sólo yo sufro!
Yo, que estoy tomando un exquisito café y aspirando la dulce fragancia de este cigarrillo.
Yo, que planeo una perfecta apertura social para la próxima semana.
¡Yo! ¡Sólo yo sufro!
Yo, que mientras escribo sonrío a una mosca que mastica azúcar y lloro de soslayo para no
humedecerla.
Yo, sentada, ignota y primaveral riendo de mi jactancia extravagante pero mía.
¡Yo, sólo yo sufro!
¡Háblenme de gitanas sucias y despatriadas!
¡Háblenme de estrellas sin cielo!
¡Háblenme de flores sin pétalos!
¡Yo, sólo yo sufro!
¡Sí! Acá, en mi verde umbrío rincón.
¡Sí! Acá, mientras vivo danzando en la cuerda.
¡Sí! Acá, mustia y pegajosa, llorosa y dolorida.
¡Yo! ¡Sólo yo sufro!
umbrío vidrio estridente marea
al filo sin son de la tarde muerta
tres dríades duermen sentadas
en mi ser cansado ya sin llanto
sombría y terrestre adrede
me extraigo
una verde sonrisa sangrante
¿dónde vas, labio muerto sin fondo?
¿dónde vas, impetuoso lanzallamas?

Alejandra: recuerda. Recuerda bien todo lo que has oído. Primeramente, debes aprender a separar el sueño de la vigilia. Recuérdalo, y no pienses que «estás desnuda o llevas un traje de vidrio».

[...]



***
Texto: fragmento del diario, entrada del 28 de setiembre de 1955 (Diarios, Lumen 2013).
Imagen: fotografía tomada del documental Soy lo que soy: Alejandra Pizarnik, de Sandra Mihanovich.

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