En este película de Subiela, se reelabora en el personaje homónimo a nuestra Alejandra Pizarnik. Además, y es necesario, se incluyen algunos de sus textos. Mi opinión no es muy favorable, pero vale la pena verla.
24.10.07
Niña entre azucenas
Obscenidad en algunos pequeños instantes del día compartido, no de la noche que es sólo mía. Algo tan modesto como una mano abrió mi ardiente memoria. Un gesto tenue al doblar los dedos cuando cerró la mano en forma de azucena. El execrado color de la azucena subió a mi cerebro con todo el peso fatal de su triste y delicado perfume. Instada por la visión de esta mano recogida por sí misma con dedos como cinco falos, hablé de la doble memoria. Evoqué las azucenas detrás de las cuales una vez me escondí, minúscula salvaje, para comer hormigas y cazar moscas de colores. El gesto de la mano dio una significación procaz a la figurita del memorial, la escondida entre azucenas. Comencé a asfixiarme entre paredes viscosas (y sólo debo escribir desde adentro de estas paredes). Tan ofensiva apareció la imagen de mi niñez que me hubiera retorcido el cuello como a un cisne, yo sola a mi sola. (Y luchas por abrir tu expresión, por librarte de las paredes.)
***
Imagen: fotografía tomada de Miedo y tiempo.
Texto: Prosa completa, Alejandra Pizarnik.
13.9.07
14. El poema que no digo...
24.8.07
Alejandra secreta
Palabras que riman con Pizarnik
"Alejandra secreta" es el último libro de poesía de la escritora Inés Malinow, allí se interna en la poética de Alejandra Pizarnik, un ícono de la literatura argentina.
-¿Cómo es el origen de esta "Alejandra secreta"?
- Conocí bastante a Alejandra Pizarnik hace años. Ella murió alrededor de 1962, vivía relativamente cerca de mío, creo que por las calles Talcahuano y Charcas en Buenos Aires. A veces la veía comprando en una fiambrería donde éramos clientes. Siempre se quejaba de que sus amores no le correspondían, aunque todos podríamos quejarnos, porque una de las definiciones del amor es que vos te enamorás, es lo que le pasa a uno, más allá de lo que el otro pueda sentir... Le pasó a Alejandra y nos pasó a todos, pero ella tenía una orfandad afectiva, y León Ostrov, que fue su psicoanalista y amigo recibía cartas de ella. Después me enteré que Alejandra le mandaba cartas a todo el mundo, lo cierto es que Ostrov me regaló esa veintena de cartas, aunque después se las devolví, dado que años después Pizarnik era más famosa. Con él también fuimos muy amigos, algo que parecía no gustarle a su mujer; estuvimos con un grupo en Piriápolis y la pasamos muy bien. Era una época donde en las relaciones todo era muy elegante, también fue una época en que Alejandra venía mucho a casa, yo creo que le gustaba nuestra amistad. Yo entonces vivía en Elcano y Conde en un departamento chico, donde ella venía y charlábamos de poesía y me explicaba como hacía sus poemas. Era muy interesante, aunque todos los hemos hecho de la misma manera: cambiando palabras, moviéndolas de lugar, porque aunque no tengan rima siempre tienen que tener música. Incluso vino a almorzar con una amiga y llegaron muy tarde. Era fea, aunque con el tiempo ya no la veo así, eso me parecía a los 25 años. Pero su mirada estaba llena de inteligencia como todo lo que decía. Y tenía una risa fuerte muy peculiar.
-¿ Y su poética?
- Hay gente dotada para la música o para la poesía. Ella empezaba por tener un vocabulario muy hermoso, muy misterioso, que se iba aclarando en sus poemas, donde siempre la orfandad y la necesidad de amor eran muy patentes. A ella no le fue bien en el amor, había cierta ambigüedad en sus relaciones. Ella se enamora de un muchacho en París, donde todos hacen cualquier cosa, se entregan a hacer lo que quieren. Pero también se había enamorado de una chica, y después de otras. Yo la encontré en París y había comprado un par de guantes muy finos para regalar a uno de sus amores, pero me dijo : " esto no lo van a apreciar..", estaba siempre con ese tipo de inseguridades. Vivía lejos por Avellaneda o Barracas. Me acuerdo que una vez celebró un cumpleaños y nos divertimos mucho. Todo eso está en mi libro. También era un poco snob, porque provenía de una familia humilde y el poder tener amistades " de alcurnia" a ella le maravillaba. También era snob su lápiz y lo mostraba, el " lápiz de plata" chato era lindo, pero lo lápices siempre eran más lindos que lo que se podía escribir con ellos. Aunque ella escribía maravillosamente, porque para mi tenía el gran vocabulario de la soledad, de la melancolía, de la profundidad.
-Se dice en el libro que los poemas se escriben con palabras ¿solamente?
- Se escriben con palabras, pero señalo que son palabras que provienen del sentimiento, de la hondura. Será tal vez por eso que yo hace fácilmente l0 años que tengo la idea de escribir sobre Alejandra, y en el medio hice varios libros como el de Ana Frank, otra adolescente. Aunque Alejandra no lo era, pero la suya parecía una adolescencia prolongada. Ella estaba preocupada por su madre, el padre había muerto , y ella siempre temía que sus padres descubrieran que ella era distinta. En primer lugar por su sensibilidad, que hacía que su poesía fuera diferente. Ella fue muy amiga de Olga Orozco, cuya poesía era totalmente opuesta a la de Alejandra, Olga hacía grandes párrafos dentro de su magnífica poética, era la obra de una mujer adulta, mientras que lo de Alejandra fue otra cosa. Olga Orozco fue muy querida por su hermana y por su marido, que incluso le dejó mucho dinero, y todo eso da seguridad. Alejandra, con sus amores y sus inseguridades era muy admirada por todos, y no se si ella lo sabía, porque tenía muchas dudas de su valer.
-¿El ir a París el dio más seguridad o libertad?
- En principio si, porque como dice Mario Benedetti un argentino que no va a París es un uruguayo. Había que ir a París, que ha sido la gran confluencia de distintas culturas, y era una ciudad muy libre, un imán para toda la gente que quería hacer algo.
-¿Hubo cambios en tu trabajo literario , en tu poesía?
- Dije que para eso hay que estar dotado, como para la música o la danza. Pero tu cultura ayuda mucho en la poesía y en toda tu obra. Hay un pequeño poema de Alejandra Pizarnik que dice: " ..el sabía..". Saber en poesía es la unión de la cultura con el sentimiento y la palabra. En sus cartas Alejandra se queja de no haber podido terminar sus estudios en Filosofía y Letras, donde conoció a Ostrov. Será también por mis conocimientos que él me dio sus cartas, porque yo las iba a poder utilizar en el buen sentido, difundir, hablar de nuevo de Alejandra, que por otra parte tiene mucha gente que escribió sobre ella. Yo creo que en mi caso la poesía fue madurando como una fruta. La personalidad es la que madura.
Julio Pagani
"Por ese entonces yo vivía entre Belgrano R y Chacarita, Alejandra solía visitarme con algún pretexto, ya le había hecho algunas entrevistas después de su viaje a Europa. Pero creo que la traía un auténtico cariño hacia mis hijas, muy pequeñas en esa época; ella entraba con sus pantalones rojos y con su caminar de patito desabrido.... Algunas veces nos encontrábamos en lo de la pintora Mina Gondler, estaban presentes también Elizabeth Azcona, Romilio Ribero y otros poetas y pintores. En una oportunidad le presté un tapado en color beige a rayas ...y cuando me lo devolvió, tenía un olor tan imposible a cigarrillo que ninguna tintorería logró hacérselo perder...Le maravillaba estar rodeada de gente que la estimaba, en su pequeña habitación caía su carcajada, llenaba de a poco todos los espacios, éramos muy inmortales, con Susana Thénon y Ana María Barrenechea entre otros amigos. No sabíamos más que reírnos, los pulmones llenos de humo y poesía....", dice Malinow. Esto lo cuenta en "Alejandra Secreta" y es otra de sus pinturas poéticas que resumen instantes plenos. (J.P.)
Nota (imagen): Alejandra Pizarnik
Nota (texto): Tomado de http://www.rionegro.com.ar/arch200209/c17j01.html
30.7.07
Diario 02.02.56
El mar le hizo cosquillas a una mujer que salió gritando: “¡Encontré un fantasma! ¡Encontré un fantasma!”
2
Las olas flirtean con el sol… pero las escolleras observan y luego lo comentan, con gran escándalo de un viejo pulpo.
3
El mar quería sacarme el traje de baño para tocar mis pechos; yo no lo dejé pues aún no existe “confianza” entre nosotros.
4.
Un niño lloraba porque lo mordió una ola; ésta, de lejos, sonreía traviesa…
5
El mar no sabe de dónde viene ni adónde va, a pesar de ls mil teorías al respecto.
6
Esa ola pisó la sombra de un hombre, que huyó avergonzado.
7
El mar gritó de alegría cuando un pájaro de papel rojo le pisó la espuma.
8
El mar firma con su pseudónimo [falta texto].
9
Todos los años el mar realiza un acto de alegría. La causa: la posesión de su amada Alfonsina Storni.
10
Cuando miro el mar, el sol se siente celoso y me oprime los ojos.
11
Pensé que era una ola encendiendo un cigarro: luego vi el barco.
12
El mar se enredó en el corset de una mujer, mientras las olas se morían de risa.
13
El salvavidas es el pendiente de esa ola tan coqueta.
14
Las olas luchan en el crepúsculo, cansadas, llenas de sueño.
15
Una ola arrastró un zapato viejo. Un señor se lo puso y le dijo “gracias”. La ola tendió la mano a la espera de la “propina”.
16
Cuando el atleta entró en el mar, una ola, pudorosa, se bajó la falda.
17
Conmovía aquella olita que tenía miedo de saltar.
18
El mar se restrega los ojos todas las mañanas, cuando el barco toma el café con leche, y las lumas se [ilegible] y se maquillan con mermelada.
19
En los carnavales, el mar es humillado a la categoría de objeto: lo revuelven y tiran sobre los cuerpos, y a él le da vergüenza esos aullidos de terror de las mujeres gordas.
20
Un ola se suicidó al ver su retrato tremolando [falta texto].
Nota (imagen): Pizarnik y unos amigos (no identificados) en la playa.
Nota (texto): Diario de Alejandra Pizarnik.
10.7.07
Ráfagas de Alejandra Pizarnik
Por: Nora Catelli
Los diarios de Alejandra Pizarnik, escritos entre 1954 y 1972 -año en que se suicidó-, constituyen un hecho editorial único; no sólo dentro de la tradición argentina, sino en castellano. Su carácter único, dentro de estos géneros, reside en que no existe otro caso conocido en que se vaya a disponer, casi con certeza, aunque no todavía, de una publicación completa, sin filtro de autor, pariente o censor, de un material tan abundante, tan ligado desde el principio hasta el final a un destino de escritora. Por otro lado, se trató de un diario de frecuentación permanente y sistemática, en el que hay tres o cuatro líneas visibles: origen y familia, lengua y educación, identidades, prácticas sexuales y posición subjetiva.
Mezclado con estos elocuentes repertorios de aprendizaje de un idioma literario aceptable, hay, en los diarios de los años sesenta, secuencias en las que Pizarnik alcanza ciertos atisbos de equilibro expresivo en la plasmación de su vida sexual: "Mi sexo gime. Lo mando al diablo. Insiste. ¡Qué molesto es! ¡Cómo lo odio! Sexo. Todo cae ante él. Fumo para ver si se calma". O: "He descubierto mi tendencia a conversar de temas obscenos, tratándolos con humor". Un espacio familiar neurótico de clase media, con su intimidad obscena, pauta también la escritura: "Sufrimiento cuando estoy a solas con mi padre... De todos modos, jamás lo sentí como padre. Y dudo que él mismo lo haya sentido nunca. Es tan infantil. Tan joven. Debe estar asustado del monstruo que engendró. Él, tan apuesto, tan simple".
Similar incomodidad frente al cuerpo, un cuerpo visto como instrumento insuficiente ante la exigencia radical del género. "Profunda tortura cuando camino por Santa Fe entre el 1200 y el 1800, donde transitan [...] las mujeres más bellas de Buenos Aires. Las miro o mejor dicho no las miro porque yo cuando camino no miro a nada ni a nadie, sino que las intuyo o las veo de alguna manera. Está dicho: una mujer tiene que ser hermosa: aunque escriba como Tolstói, Joyce y Homero juntos". No es una banalidad esta preocupación, obsesivamente presente en Rosa Chacel, entre otras muchas escritoras. Como decía Hannah Arendt, en la mujer la necesidad inapelable de la belleza se debe a que le garantiza una defensa frente a lo exterior, una muralla indispensable para construir la esfera subjetiva.
Junto con esta progresiva asunción de una esfera subjetiva susceptible de ser volcada en palabras, Pizarnik parece estar buscando, no por azar, algún tipo de cláusula más larga, una frase que le permita dominar el mundo y dominarse a sí misma, algo que sólo llegará al final y únicamente como certificación de un fracaso: "Quiero escribir cuentos, quiero escribir novelas, quiero escribir en prosa. Pero no puedo narrar, no puedo detallar nada porque nunca he visto a nadie. Tal vez si me obligaran a ver, si me obligaran a expresar fielmente lo que veo. La poesía me dispersa, me desobliga de mí y del mundo".
un periscopio que se va volviendo hacia sí mismo, Pizarnik fue drástica -quizá de modo inadvertido, pero no por eso menos evidente- en la imposibilidad de inscribir en sus diarios el mundo exterior. Ensimismamiento, autorreferencia, incomodidad ante cualquier tipo de exigencia pública, laboral o institucional, crudeza e ironía en la voz y en la mano (hay dibujos en los cuadernos) que buscan ambas un modo creíble de transmitirse a sí misma ciertos itinerarios sexuales y dos decisiones casi desde el principio asentadas: ser escritora, matarse. Allí se ven -aunque aquí no consten, porque la selección no los incluye- dibujos de revólveres con instrucciones para poder utilizarlos, recetarios de combinaciones de toda clase de somníferos, barbitúricos y tranquilizantes, pactos sugeridos para ser ayudada a morir, adopción sucesiva de distintas máscaras sexuales, amores femeninos y masculinos además de rivalidades literarias drásticas, como cuando se pregunta quién es Olga [se refiere a Olga Orozco] y se responde que es alguien que no acepta la evidencia de que ella -"Alejandrita ¿no-parece-un-ángel?"- es la mejor poeta.
En los últimos años, junto con estos estratos, el horror al embarazo, caprichos, dudas y reproches a amigos y conocidos, e incluso, todo a lo largo de 1971 y 1972 -año que esta edición suprime por completo- amour fou y desposesión, además de torturantes relaciones paranoicas con unos vecinos con los que estableció -al menos, en el diario- una especie de erotizado triángulo. Es la época en que la escritura del diario se acelera y se vuelve agilísima, superando los previos desajustes escolares o sentimentales de sus giros personales, que ahora se adecúan a la experiencia vivida y la transforman en algo relevante, en un modelo de registro de intimidad -tan distinto pero tan revelador como el Oscar Massota de Roberto Arlt, yo mismo (1962)-. Aquí caben lo grotesco, lo procaz, lo sádico, la explosión, la risa, la mueca sardónica o el arrebato.
Pero de las muchas Pizarnik del diario, esta selección recoge sólo los tramos que pueden confluir en una imagen única y, además, discutible: la de poeta sublime. Quedan fuera otras, las que dan a este diario una índole también significativa; la del trabajo con los fantasmas del fracaso, con la corrosión y la fractura de una dimensión subjetiva que no abdicó, ni siquiera al final, de la conciencia de un destino literario.
Nota: Artículo tomado de el diario El País.
3.7.07
EL DESEO DE LA PALABRA
Pasos y voces del lado sombrío del jardín. Risas en el interior de las paredes. No vayas a creer que están vivos. No vayas a creer que no están vivos. En cualquier momento la fisura en la pared y el súbito desbandarse de las niñas que fui.
Caen niñas de papel de variados colores. ¿Hablan los colores? ¿Hablan las imágenes de papel? Solamente hablan las doradas y de ésas no hay ninguna por aquí.
Voy entre muros que se acercan, que se juntan. Toda la noche hasta la aurora salmodiaba: Si no vino es porque no vino. Pregunto. ¿A quién? Dice que pregunta, quiere saber a quién pregunta. Tú ya no hablas con nadie. Extranjera a muerte está muriéndose. Otro es el lenguaje de los agonizantes.
He malgastado el don de transfigurar a los prohibidos (los siento respirar adentro de las paredes). Imposible narrar mi día, mi vía. Pero contempla absolutamente sola la desnudez de estos muros. Ninguna flor crece ni crecerá del milagro. A pan y agua toda la vida.
En la cima de la alegría he declarado acerca de una música jamás oída. ¿Y qué? Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y con mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir.
25.6.07
Caroline Cruz - Exilio (Alejandra Pizarnik)
Esta musicalización me pareció interesante, por lo que se las paso.
Un saludo,
La MaGa
5.6.07
Linterna sorda
18.5.07
La Jaula
Esta adaptación de La Jaula acrecentó el interés que días atrás me plantearon dos poemas de Erik Strada. Les explico: sé que muchos de ustedes deben poseer homenajes a Alejandra (textos, videos, canciones, pinturas), y me gustaría que se atrevieran a compartirlos. Sólo envíenmelos a mi e-mail (ver perfil), con un permiso de publicación, y yo los subiré al blog. Entre todos podemos darle un merecido homenaje a nuestra Alejandra en el mes de su aniversario.
La MaGa
29.4.07
Para Alejandra en el que sería su cumpleaños número 71
alejandra alejandra
alejandra alejandra
22.4.07
Videoarte Retrato Alejandra Pizarnik
LEJANÍA
Mi ser henchido de barcos blancos.
Mi ser reventando sentires.
Toda yo bajo las reminiscencias de tus ojos.
Quiero destruir la picazón de tus pestañas.
Quiero rehuir la inquietud de tus labios.
¿Por qué tu visión fantasmagórica redondea los cálices de estas horas?
Alejandra Pizarnik (1936- 1972)
12.4.07
La virgen de hierro
des lévres luiantes et les gestes
monstrueux des femmes mécaniques.
R. Daumal
La condesa, sentada en su trono, contempla.
Para que la "Virgen" entre en acción es preciso tocar algunas piedras preciosas de su collar. Responde inmediantamente con horribles sonidos mecánicos y muy lentamente alza los blancos brazos para que se cierren en perfecto abrazo sobre lo que esté cerca de ella --en este caso una muchacha. La autómata la abraza y ya nadie podrá desanudar el cuerpo vivo del cuerpo de hierro, ambos iguales en belleza. De pronto, los senos maquillados de la dama de hierro se abren y aparecen cinco puñales que atraviesan a su viviente compañera de largos cabellos sueltos como los suyos.
Ya consumado el sacrificio, se toca otra piedra del collar: los brazos caen, la sonrisa se cierra así como los ojos, y la asesina vuelve a ser la "Virgen" inmóvil en su féretro.
Texto: La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik.
Imagen 2: Utensilios para la muerte. Museo del castillo Bathory.
2.4.07
SEGISMUNDA
Una propuesta dramática basada en textos de A.P.
Muy poética y bien lograda.
¡Qué la disfruten!
La MaGa
21.3.07
Proposiciones, poema de Juan Gelman
¿adónde fue la obrera enamorada?
¿fue al aire la obrera enamorada?
la obrera de la palabra murió
¿por qué caminito se fue?
como hormigas desesperadas iguales?
¿como vaivén de pases ciegos en un cuarto?
¿tendría la obrera poca luz?
¿quién le fue apagando uno a uno los rostros
de la palabra enterrándolos muertos?
¿quién le cegó la luz de la palabra?
¿el aire estaba sordo mudo roto y ella
apenas tenía su confianza en la palabra confianza?
yo digo: mejor no llorar
yo digo: mejor hacer otro mundo
mejor hagamos un mundo para alejandra
mejor hagamos un mundo para que alejandra se quede
y vacas tristes entre la duda y la verdad
y sedas y delicias de la sombra
mejor hagamos un mundo para que alejandra se quede
Texto: poema de Juan Gelman. Este texto puede ser un velado homenaje a Alejandra Pizarnik.
Imagen: tomada de Memoria iluminada, documental de Ernesto Ardito para el canal Encuentro.
10.3.07
La jaula
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.
Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche
y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
19.2.07
Pavana para una infanta difunta
Lloro a Alejandra Pizarnik
Pequeña centinela,
caes una vez más por la ranura de la noche
sin más armas que los ojos abiertos y el terror
contra los invasores insolubles en el papel en blanco.
Ellos eran legión.
Legión encarnizada era su nombre
y se multiplicaban a medida que tú te destejías hasta el último hilván,
arrinconándote contra las telarañas voraces de la nada.
El que cierra los ojos se convierte en morada de todo el universo.
El que los abre traza las fronteras y permanece a la intemperie.
El que pisa la raya no encuentra su lugar.
Insomnios como túneles para probar la inconsistencia de toda realidad;
noches y noches perforadas por una sola bala que te incrusta en lo oscuro,
y el mismo ensayo de reconocerte al despertar en la memoria de la muerte:
esa perversa tentación,
ese ángel adorable con hocico de cerdo.
¿Quién habló de conjuros para contrarrestar la herida del propio nacimiento?
¿Quién habló de sobornos para los emisarios del propio porvenir?
Sólo había un jardín: en el fondo de todo hay un jardín
donde se abre la flor azul del sueño de Novalis.
Flor cruel, flor vampira,
más alevosa que la trampa oculta en la felpa del muro
y que jamás se alcanza sin dejar la cabeza o el resto de la sangre en el umbral.
Pero tú te inclinabas igual para cortarla donde no hacías pie,
abismos hacia adentro.
Intentabas trocarla por la criatura hambrienta que te deshabitaba.
Erigías pequeños castillos devoradores en su honor;
te vestías de plumas desprendidas de la hoguera de todo posible paraíso;
amaestrabas animalitos peligrosos para roer los puentes de la salvación;
te perdías igual que la mendiga en el delirio de los lobos;
te probabas lenguajes como ácidos, como tentáculos,
como lazos en manos del estrangulador.
¡Ah los estragos de la poesía cortándote las venas con el filo del alba,
y esos labios exangües sorbiendo los venenos de la inanidad de la palabra!
Y de pronto no hay más.
Se rompieron los frascos.
Se astillaron las luces y los lápices.
Se degarró el papel con la desgarradura que te desliza en otro laberinto.
Todas las puertas son para salir.
Ya todo es el revés de los espejos.
Pequeña pasajera,
sola con tu alcancía de visiones
y el mismo insoportable desamparo debajo de los pies:
sin duda estás clamando por pasar con tus voces de ahogada,
sin duda te detiene tu propia inmensa sombra que aún te sobrevuela en busca de otra,
o tiemblas frente a un insecto que cubre con sus membranas todo el caos,
o te adrementa el mar que cabe desde tu lado en esta lágrima.
Pero otra vez te digo,
ahora que el silencio te envuelve por dos veces en sus alas como un manto:
en el fondo de todo jardín hay un jardín.
Ahí está tu jardín,
Talita cumi.
Imagen: Mariana in the South de John William Waterhouse.
7.2.07
Violario
Había incrustado su apolillada humanidad en la capital de mi persona y me tenía aferrada de los hombros y me decía: mire las flores... qué lindas le quedan las flores...
Nadie hubiera podido conjeturar, viendo mi estampa adolescente, que la vetusta femme de lettres hacía otra cosa que llorar en mi cuello. Abrazándose estrechamente a mí, que a mi vez temblaba de risa y de terror.
Y así permanecimos unos instantes, sacudidos los cuerpos por distintos estremecimientos, hasta que me quedó muy poco de risa y mucho de terror.
Seguí mirando las flores, seguí mirando las flores...Yo estaba escandalizada por el adulterado decadentismo que ella pretendía reavivar con ese ardor a lo Renée Vivien, con ese brío a lo Nathalie Clifford Barney, con esa sáfica unción al decir flores, con ese solemne respeto greco-romano por los chivos emisarios de sus sonetos...
Entonces decreté no escribir un solo poema más con flores.
Imagen: Sad and Silent in their grief de Fritzi Brod.
1.2.07
Diario: 28.7.62
-Cuando me muera muy pronto, si alguna vez muero, no recordarán el olor a tristeza del río, no recordarán el gusto del vino atado a la lengua, no recordarán el color de la noche en los ojos de los ahogados sino que recordarán mi voz, mis palabras que flotan como máscaras, como cáscaras vacías que nunca contuvieron nada, y recordarán mis ojos verdes que pagaron al amor el más alto tributo, y recordarán mi nombre que significó mucho para quien lo llevó como un arma en la noche de los grandes reconocimientos y del dolor sin desenlace. [...]
Nota (imagen): Fotografía de los rusos Alexei Kozolov y Marina Khlebnikova.
Nota (texto): Pizarnik. Diarios. Barcelona: Lumen.
29.1.07
Prólogo de Octavio Paz para Árbol de Diana
Árbol de Diana de Alejandra Pizarnik. (Quím.): cristalización verbal por amalgama de insomnio pasional y lucidez meridiana en una disolución de realidad sometida a las más altas temperaturas. El producto no contiene una sola partícula de mentira. (Bot.): el árbol de Diana es transparente y no da sombra. Tiene luz propia, centelleante y breve. Nace en las tierras resecas de América. La hostilidad del clima, la inclemecia de los discursos y la gritería, la opacidad general de las especies pensantes, sus vecinas, por un fenómeno de compensación bien conocido, estimulan las propiedades luminosas de esta planta. No tiene raíces; el tallo es un cono de luz ligeramente obsesiva; las hojas son pequeñas, cubiertas por cuatro o cinco líneas de escritura fosforescente, peciolo elegante y agresivo, márgenes dentadas; las flores son diáfanas, separadas las femeninas de las masculinas, las primeras axilares, casi sonámbulas y solitarias, las segundas en espigas, espoletas y, más raras veces, púas. (Mit. y Etnogr.): los antiguos creían que el arco de la diosa era una rama desgajada del árbol de Diana. La cicatriz del tronco era considerada como el sexo (femenino) del cosmos. Quizá se trata de una higuera mítica (la savia de las ramas tiernas es lechosa, lunar). El mito alude posiblemente a un sacrificio por desmembración: un adolescente (¿hombre o mujer?) era descuartizado cada luna nueva, para estimular la reproducción de las imágenes en la boca de la profetisa (arquetipo de la unión de los mundos inferiores y superiores). El árbol de Diana es uno de los atributos masculinos de la deidad femenina. Algunos ven en esto una confirmación suplementaria del origen hermafrodita de la materia gris y, acaso, de todas las materias; otros deducen que es un caso de expropiación de la sustancia masculina solar: el rito sería sólo una ceremonia de mutilación mágica del rayo primordial. En el estado actual de nuestros conocimientos es imposible decidirse por cualquiera de estas dos hipótesis. Señalemos, sin embargo, que los participantes comían después carbones incandescentes, costumbre que perdura hasta nuestros días. (Blas.): escudo de armas parlantes. (Fís.): durante mucho tiempo se negó la realidad física del árbol de Diana. En efecto, debido a su extraordinaria transparencia, pocos pueden verlo. Soledad, concentración y un afinamiento general de la sensibilidad son requisitos indispensables para la visión. Algunas personas, con reputación de inteligencia, se quejan de que, a pesar de su preparación, no ven nada . Para disipar su error, basta recordar que el árbol de Diana no es un cuerpo que se pueda ver: es un objeto (animado) que nos deja ver más allá, un instrumento natural de visión. Por lo demás, una pequeña prueba de crítica experimental desvanecerá, efectiva y definitivamente , los prejuicios de la ilustración contemporánea: colocado frente al sol, el árbol de Diana refleja sus rayos y los reúne en un foco central llamado poema, que produce un calor luminoso capaz de quemar, fundir y hasta volatilizar a los incrédulos. Se recomienda esta prueba a los críticos literarios de nuestra lengua.
Octavio Paz
París, abril de 1962
***
Texto: prólogo para el poemario Árbol de Diana de Alejandra Pizarnik.
24.1.07
La Poeta Que Lloró Hasta Romperse: Alejandra Pizarnik
Se reúne la obra lírica de una escritora desgarrada y solitaria.
Imagen: Alejandra Pizarnik.
16.1.07
Aquí Alejandra
aquí contra esto,
pegada a las palabras
te reclamo.
Ya es la noche, vení,
no hay nadie en casa
Salvo que ya están todas
como vos, como ves,
intercesoras,
llueve en la rue de l'Eperon
y Janis Joplin.
Alejandra, mi bicho,
vení a estas líneas, a este papel de arroz
dale abad a la Zorra,
a este fieltro que juega con tu pelo
(Amabas, esas cosas nimias
aboli bibelot d'inamité sonore
las gomas y los sobres
una papelería de juguete
el estuche de lápices
los cuadernos rayados)
Vení, quedate,
tomá este trago, llueve,
te mojarás en la rue Dauphine,
no hay nadie en los cafés repletos,
no te miento, no hay nadie.
Ya sé, es difícil,
es tan difícil encontrarse
este vaso es difícil,
este fósforo,
y no te gusta verme en lo que es mío,
en mi ropa en mis libros
y no te gusta esta predilección
por Gerry Mulligan,
quisieras insultarme sin que duela
decir cómo estás vivo, cómo
se puede estar cuando no hay nada
más que la niebla de los cigarrillos,
Cómo vivís, de qué manera
abrís los ojos cada día
No puede ser, decís, no puede ser.
Bicho, de acuerdo,
vaya si sé pero es así, Alejandra,
acurrucate aquí, bebé conmigo,
mirá, las he llamado,
vendrán seguro las intercesoras,
el party-para vos, la fiesta entera,
Erszebet,
Karen Blixen
ya van cayendo, saben
que es nuestra noche, con el pelo mojado
suben los cuatro pisos, y las viejas
de los departamentos las espían
Leonora Carrington, mirala,
Unica Zorm con un murciélago
Clarice Lispector, aguaviva,
burbujas deslizándose desnudas
frotándose a la luz, Remedios Varo
con un reloj de arena donde se agita un láser
y la chica uruguaya que fue buena con vos
sin que jamás supieras
su verdadero nombre,
qué rejunta, qué húmedo ajedrez,
qué maison close de telarañas, de Thelonius,
qué larga hermosa puede ser la noche
con vos y Joni Mitchell
con vos y Hélène Martin
con las intercesoras
animula el tabaco
vagula Anaïs Nin
blandula vodka tónic
No te vayas, ausente, no te vayas,
jugaremos, verás, ya están llegando
con Ezra Pound y marihuana
con los sobres de sopa y un pescado
que sobrenadará olvidado, eso es seguro,
en una palangana con esponjas
entre supositorios y jamás contestados telegramas.
Olga es un árbol de humo, cómo fuma
esa morocha herida de petreles,
y Natalía Ginzburg, que desteje
el ramo de gladiolos que no trajo.
¿Ves, bicho? Así. Tan bien y ya. El scotch,
Max Roach , Silvina Ocampo,
alguien en la cocina hace café
su culebra cantando
dos terrones un beso
Léo Ferré
No pienses más en las ventanas
el detrás el afuera
Llueve en Rangoon —
Y qué.
Aquí los juegos. El murmullo
(consonantes de pájaro
vocales de heliotropo)
Aquí, bichito. Quieta. No hay ventanas ni afuera
y no llueve en Rangoon. Aquí los juegos.
***
Texto e imagen inferior: apartado "La noche de las amigas" del poemario Salvo el crepúsculo de Julio Cortázar.
5.1.07
Los perturbados entre lilas (fragmento)
Car: Ya no existe la realidad.
Seg: Sin embargo cumplimos años, perdemos frescura, las ganas... Perdemos... Car, ¿no es eso la realidad?
Car: Entonces la realidad no nos ha olvidado.
Seg: ¿Y por qué decís que ya no existe?
Car: ¿Puede darse algo más triste que esta conversación?
Seg: Quizá es triste porque no hacemos nada.
Car: No hacemos nada pero lo hacemos mal.
(Pausa)
Seg: Creés que sos el único que sufre en este mundo porque quisiste un triciclo y no te lo dieron. Te creés muy importante, ¿verdad?
Car: Muy.
Seg: Esto no anda. Pensé que criticarte me divertiría.
Car: Te dejo.
Seg: ¿Tenés que hacer?
Car: Tengo.
Seg: ¿Hacer qué?
Car: Mirar el montón de manos de muñecas que hay en la azotea de Ángelo, el que fabrica muñecas.
Seg: ¿Y para qué mirar manos sin brazos?
Car: Miro manos chiquitas para que se apaguen mis rumores. (Canturrea) "Araca, corazón, callate un poco..."
Seg: ¿Para qué diablos querés apagar tus rumores?
Car: Me hablás con desprecio.
Seg: Perdón. (Pausa. Más fuerte.) Que conste en los complejos anales de nuestra historia que dije perdón. Y vos, como si nada. No sabés cuánto desprecio a los que no se interesan por mí.
Car: Te oigo, te oí.
Nota (imágenes): Fotografías de Ehekatl Hernández. Títulos, según orden de aparición: "Inmolación", "Redención", "Fe" y "Salvación".
Nota (texto): Pizarnik, Alejandra. Prosa completa. Barcelona: Lumen.
1.1.07
Propósito de año nuevo
Que este año me sea dado vivir en mí y no fantasear ni ser otras, que me sea dado ponerme buena y no buscar lo imposible sino la magia y extrañeza de este mundo que habito. Que me sean dados los deseos de vivir y conocer el mundo. Que me sea dado el interesarme por este mundo.
Nota (imagen): Foto tomada de shine_the_light.com
Nota (texto): Pizarnik. Diarios. Barcelona: Lumen.