19.2.07

Pavana para una infanta difunta

                                            
                                    Lloro a Alejandra Pizarnik

Pequeña centinela,
caes una vez más por la ranura de la noche
sin más armas que los ojos abiertos y el terror
contra los invasores insolubles en el papel en blanco.
Ellos eran legión.
Legión encarnizada era su nombre
y se multiplicaban a medida que tú te destejías hasta el último hilván,
arrinconándote contra las telarañas voraces de la nada.
El que cierra los ojos se convierte en morada de todo el universo.
El que los abre traza las fronteras y permanece a la intemperie.
El que pisa la raya no encuentra su lugar.
Insomnios como túneles para probar la inconsistencia de toda realidad;
noches y noches perforadas por una sola bala que te incrusta en lo oscuro,
y el mismo ensayo de reconocerte al despertar en la memoria de la muerte:
esa perversa tentación,
ese ángel adorable con hocico de cerdo.
¿Quién habló de conjuros para contrarrestar la herida del propio nacimiento?
¿Quién habló de sobornos para los emisarios del propio porvenir?
Sólo había un jardín: en el fondo de todo hay un jardín
donde se abre la flor azul del sueño de Novalis.
Flor cruel, flor vampira,
más alevosa que la trampa oculta en la felpa del muro
y que jamás se alcanza sin dejar la cabeza o el resto de la sangre en el umbral.
Pero tú te inclinabas igual para cortarla donde no hacías pie,
abismos hacia adentro.
Intentabas trocarla por la criatura hambrienta que te deshabitaba.
Erigías pequeños castillos devoradores en su honor;
te vestías de plumas desprendidas de la hoguera de todo posible paraíso;
amaestrabas animalitos peligrosos para roer los puentes de la salvación;
te perdías igual que la mendiga en el delirio de los lobos;
te probabas lenguajes como ácidos, como tentáculos,
como lazos en manos del estrangulador.
¡Ah los estragos de la poesía cortándote las venas con el filo del alba,
y esos labios exangües sorbiendo los venenos de la inanidad de la palabra!
Y de pronto no hay más.
Se rompieron los frascos.
Se astillaron las luces y los lápices.
Se degarró el papel con la desgarradura que te desliza en otro laberinto.
Todas las puertas son para salir.
Ya todo es el revés de los espejos.
Pequeña pasajera,
sola con tu alcancía de visiones
y el mismo insoportable desamparo debajo de los pies:
sin duda estás clamando por pasar con tus voces de ahogada,
sin duda te detiene tu propia inmensa sombra que aún te sobrevuela en busca de otra,
o tiemblas frente a un insecto que cubre con sus membranas todo el caos,
o te adrementa el mar que cabe desde tu lado en esta lágrima.
Pero otra vez te digo,
ahora que el silencio te envuelve por dos veces en sus alas como un manto:
en el fondo de todo jardín hay un jardín.
Ahí está tu jardín,
Talita cumi.


***
Texto: "Pavana para una infanta difunta", poema de Olga Orozco.
Imagen: Mariana in the South de John William Waterhouse.

5 comentarios:

Rat dijo...

"Ellos eran legión".

Impecable.
Caramelos para ogros.




[Saludo]

ana dijo...

Alejandra Pizarnik es poeta. Se lee su obra como una búsqueda de la clave para comprender distintos aspectos de su vida. Desgarro, dolor, muerte, sedimentos de una imposibilidad del vivir por fuera de la poesía, es lo que hay. Alejandra Pizarnik es poeta y en el proyecto de su escritura, pretendió fundir vida y poema. Hacer de su vida lenguaje y palabra indecible, silencio que se otorga desde la lengua para acceder a una verdad que se espeja en el fulgor, pero que también es opacidad.

Besito, Maga

Anónimo dijo...

"Se degarró el papel con la desgarradura que te desliza en otro laberinto."

Maravillosas las palabras de Olga!

Un abrazo!!

Casa Popular "Vientos del Pueblo" dijo...

En el teatro Liberarte -Corrientes 1555- están dando, los domingos a las 20hs. la obra "los poseídos entre lilas", escrita por Alejandra Pizarnik.

Lo digo por si a alguien le interesa!

Saludos..
Andrea.

yus dijo...

que buen blog.... una super selección de pizarnik y este... no conocia a olga.

saludos y gracias.