[...] Las primeras semanas [en París] las pasó en casa de sus tíos, pero aguantó muy poco y alquiló una pequeña habitación frente a la iglesia de St. Sulpice. En ese barrio, en un pequeño restaurant, conoció a Ivonne Bordelois, que cuenta:
—Nos presentó mi tía. Alejandra se vino con todo, camionera, puteando. Se imaginaba que iba a encontrar a una niñita acartonada porque yo era de una familia francesa. Y a mí me causaba gracia porque había en ella un esfuerzo demasiado intenso, algo infantil, en tratar de chocarme. Pero cuando empezamos a hablar de literatura, entendí que ella sabía. Era menor que yo y sabía más que yo. Me di cuenta de que no debía dejarla pasar.
Ivonne empezó a alternar sus clases en La Sorbone con visitas al departamento de la rue de St. Sulpice.
—Alejandra destruyó su departamentito desde todo punto de vista, nunca limpió nada, era un caos de papeles, hacía frío. Era maravisollo escucharla hablar de poesía esas tardes y esas noches: decía cosas que yo no había escuchado antes, que ciertamente jamás había escuchado en la academia. Era agudísima en sus juicios. Tenía un humor increíble, negro, judío, delirante. Tampoco había conocido a nadie capaz de hacer lo que ella hacía con el castellano: la sonoridad que le encontró a la lengua es única. Yo creo que Alejandra es la Rimbaud del español: llevó el lenguaje a lugares donde nadie más llegó. Con una diferencia: fue más valiente que Rimbaud. Él abandonó la poesía, mientras que Alejandra luchó con el lenguaje hasta el final, puso el cuerpo. Era fascinante. Todos los que la conocían quedaban fascinados.
[...] Sus amigos recuerdan mucho más su humor que su desdicha.
—Yo lamento que haya trascendido con el halo trágico. Suicidarse se suicida mucha gente: ella era distinta, era una visionaria. Su humor tenía cantidad de matices y hacía cosas preciosas cuando conversaba —dice Ivonne Bordelois.
[...]
***
Texto: tomado del libro Los malditos de la editora Leila Guerriero, Ediciones Universidad Diego Portales. La biografía sobre Alejandra Pizarnik pertenece a Mariana Enríquez.
Imagen: tomada del documental Memoria iluminada del canal Encuentro e ilustrada con una frase de Ivonne Bordelois.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario