11 de noviembre, viernes [1960-61]
¿Quiénes aman a don Quijote? Los cuerdos, los lúcidos. Los que se le parecen lo viven con malestar. Me miré en el espejo. Parezco Dylan Thomas antes de morir, cuando decía: «Quiero desgarrar mi carne».
Anoche, mientras hablaba con las sombras, comprendí algo de lo que me pasa —había alguien en mí científicamente lúcida—. Yo decía si todo esto vale la pena, puesto que me voy a morir muy pronto. La respuesta fue la de siempre: «Si alguien te ama no morirás pronto; vivirás muchos años y tu vida crecerá como la higuera de Rilke». Pero la realidad es otra. Nadie me ama a pesar de mí, contra mí. Nadie me atraviesa como a un escollo, condición de este amor esperado y jamás hallado. Caída en las «noches blancas». Metamorfosis. El ratón se sueña ibis de la China. Alguien vendrá a castigarlo: no un gato ni ningún peligro conocido. Lo harán sufrir porque no acepta ser ratón y además (y sobre todo) porque habiendo osado pensarse ibis de la China, sufre, siente miedo y espera que lo castiguen por eso. ¿Qué sucedería si no tuviera miedo de soñarse otro?
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Texto: Cuaderno de octubre de 1960 a 1961, Diario (Lumen, 2013).
Imagen: "Young Woman Contemplating Classical Head" (1939), John Gutmann.
2 comentarios:
EL peligro de soñarse otro es soñar, también, la forma de serlo. Por eso se lo castiga.
Saludos,
J.
"Caída en las noches blancas"... Esa espera, ilusión, engaño del Soñador de Dostoieswski... Y la vida de Alejandra.
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