28.12.06

Buma, la pequeña Pizarnik


XV

niña que en vientos grises
vientos verdes aguardó



***

Imagen superior: Buma, así llamaban a Alejandra cuando era pequeña, a los cuatro años junto a otras niñas. Creo que Myriam, la hermana de A.P., es la tercera de izquierda a derecha.
Texto: Poesía completa. Barcelona: Lumen.
Imagen inferior: detalle de la carita de Alejandra.

23.12.06

Alejandra Pizarnik. Noche buena


Miércoles, 24 / XII [1969]


Ellos celebran la Nochebuena,
que sólo lo será para mí también
si logro desanudar mi garganta,
lo cual es improbable.

***

Nota (imagen): Santa Cecilia (1895), John William Waterhouse.

Nota (texto): Pizarnik, Alejandra. 2003. Diarios. Barcelona: Lumen.

19.12.06

4 poemas para la noche de Alejandra Pizarnik



ALGO

noche que te vas

dame la mano

obra de ángel bullente

los días se suicidan

¿por qué?

noche que te vas

buenas noches



NOCHE

Quoi, toujours? Entre moi sans cesse et le bonheur!

G. DE NERVAL

Tal vez esta noche no es noche,

debe ser un sol horrendo, o

lo otro, o cualquier cosa…

¡Qué sé yo! ¡Faltan palabras,

falta candor, falta poesía

cuando la sangre llora y llora!

¡Pudiera ser tan feliz esa noche!

Si sólo me fuera dado palpar

Las sombras, oír pasos,

Decir "buenas noches" a cualquiera

que pasease a su perro,

miraría la luna, dijera su

extraña lactescencia, tropezaría

con piedras al azar, como se hace.

Pero hay algo que rompe la piel,

una ciega furia

que corre por mis venas.

¡Quiero salir! Cancerbero del alma:

¡Deja, déjame traspasar tu sonrisa!

¡Pudiera ser tan feliz esta noche!

Aún quedan ensueños rezagados.

¡Y tantos libros! ¡Y tantas luces!

¡Y mis pocos años! ¿Por qué no?

La muerte está lejana. No me mira.

¡Tanta vida Señor!

¿Para qué tanta vida?




AZUL

mis manos crecían con música

detrás de las flores

pero ahora

por qué te busco, noche,

por qué duermo con tus muertos



LA NOCHE

Poco sé de la noche

pero la noche parece saber de mí,

y más aún, me asiste como si me quisiera,

me cubre la conciencia con sus estrellas.

Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte.

Tal vez la noche es nada

y las conjeturas sobre ella nada

y los seres que la viven nada.

Tal vez las palabras sean lo único que existe

en el enorme vacío de los siglos

que nos arañan el alma con sus recuerdos.

Pero la noche ha de conocer la miseria

que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas.

Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas

Sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.

Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos.

Su lágrima inmensa delira

y grita que algo se fue para siempre.

Alguna vez volveremos a ser.


***


Nota (imagen): La clase de danza (1874), Edgar Degas [Alejandra Pizarnik adoraba esta pintura].

Nota (textos): Pizarnik, Alejandra. 2003. Poesía completa. Barcelona: Lumen.

9.12.06

El sueño de la muerte...

EL SUEÑO DE LA MUERTE O EL LUGAR

DE LOS CUERPOS POÉTICOS


Esta noche, dijo, desde el ocaso, me cubrían con una
mortaja negra en un lecho de cedro.
Me escanciaban vino azul mezclado con amargura.

EL CANTAR DE LAS HUESTES DE ÍGOR


Toda la noche escucho el llamamiento de la muerte, toda la noche escucho el canto de la muerte junto al río, toda la noche escucho la voz de la muerte que me llama.

Y tantos sueños unidos, tantas posesiones, tantas inmersiones en mis posesiones de pequeña difunta en un jardín de ruinas y de lilas. Junto al río la muerte me llama. Desoladamente desgarrada en el corazón escucho el canto de la más pura alegría.

Y es verdad que he despertado en el lugar del amor porque al oír su canto dije: es el lugar del amor. Y es verdad que he despertado en el lugar del amor porque con una sonrisa de duelo yo oí su canto y me dije: es el lugar del amor (pero tembloroso pero fosforescente).

Y las danzas mecánicas de los muñecos antiguos y las desdichas heredadas y el agua veloz en círculos, por favor, no sientas miedo de decirlo: el agua veloz en círculos fugacísimos mientras en la orilla el gesto detenido de los brazos detenidos en un llamamiento al abrazo, en la nostalgia más pura, en el río, en la niebla, en el sol debilísimo filtrándose a través de la niebla.

Más adentro: el objeto sin nombre que nace y se pulveriza en el lugar en que el silencio pesa como barras de oro y el tiempo es un viento afilado que atraviesa una grieta y es esa su sola declaración. Hablo del lugar en que se hacen los cuerpos poéticos –como una cesta llena de cadáveres de niñas. Y es en ese lugar donde la muerte está sentada, viste un traje muy antiguo y pulsa un arpa en la orilla el río lúgubre, la muerte en un vestido rojo, la bella, la funesta, la espectral, la que toda la noche pulsó un arpa hasta que me adormecí dentro del sueño.

¿Qué hubo en el fondo del río? ¿Qué paisajes se hacían y deshacían detrás del paisaje en cuyo centro había un cuadro donde estaba pintada una bella dama que tañe un laúd y canta junto al río? Detrás, a pocos pasos, veía el escenario de cenizas donde representé mi nacimiento. El nacer, que es un acto lúgubre, me causaba gracia. El humor corroía los bordes reales de mi cuerpo de modo que pronto fui una figura fosforescente: el iris de un ojo lila tornasolado; una centellante niña de papel plateado a medias ahogada dentro de un vaso de vino azul. Sin luz ni guía avanzaba por el camino de las metamorfosis. Un mundo subterráneo de criaturas de formas no acabadas, un lugar de gestación, un vivero de brazos, de troncos, de caras, y las manos de los muñecos suspendidas como hojas de los fríos árboles filosos aleteaban y resonaban movidas por el viento, y los troncos sin cabeza vestidos de colores tan alegres danzaban rondas infantiles junto a un ataúd lleno de cabezas de locos que aullaban como lobos, y mi cabeza, de súbito, parece querer salirse ahora por mi útero como si los cuerpos poéticos forcejearan por irrumpir en la realidad, nacer a ella, y hay alguien en mi garganta, alguien que se estuvo gestando en soledad, y yo, no acababa, ardiente por nacer, me abro, se me abre, va a venir, voy a venir. El cuerpo poético, el heredado, el no filtrado por el sol de la lúgubre mañana, un grito, una llamada, una llamarada, un llamamiento. Sí. Quiero ver el fondo del río, quiero ver si aquello se abre, si irrumpe y florece del lado de aquí, y vendrá o no vendrá pero siento que está forcejeando, y quizás y tal vez sea solamente la muerte.

La muerte es una palabra.

La palabra es una cosa, la muerte es una cosa, es un cuerpo poético que alienta en el lugar del nacimiento.

Nunca de este modo lograrás circundarlo. Habla, pero sobre el escenario de cenizas; habla, pero desde el fondo del río donde está la muerte cantando. Y la muerte es ella, me lo dijo la canción de la reina. La muerte de cabellos del color del cuervo, vestida de rojo, blandiendo en sus manos funestas un laúd y huesos de pájaro para golpear en mi tumba, se alejó cantando y contemplada desde atrás parecía una vieja mendiga y los niños le arrojaban piedras.

Cantaba la canción en la mañana de niebla apenas filtrada por el sol, la mañana del nacimiento, y yo caminaría con una antorcha en la mano por todos los desiertos de este mundo y aun muerta te seguiría buscando, amor mío perdido, y el canto de la muerte se desplegó en el término de una sola mañana, y cantaba, y cantaba.

También cantó en la vieja taberna cercana del puerto. Había un payaso adolescente y yo le dije que en mis poemas la muerte era mi amante y mi amante era la muerte y él dijo: tus poemas dicen la justa verdad. Yo tenía dieciséis años y no tenía otro remedio que buscar el amor absoluto. Y fue en la taberna del puerto que cantó la canción.

Escribo con los ojos cerrados, escribo con los ojos abiertos: que se desmorone el muro, que se vuelva río el muro.

La muerte azul, la muerte verde, la muerte roja, la muerte lila, en las visiones del nacimiento.

El traje azul y plata fosforescente de la plañidera en la noche medieval de toda muerte mía.

La muerte está cantando junto al río.

Y fue en la taberna del puerto que cantó la canción de la muerte.

Al alba venid, buen amigo, al alba venid.

Nos hemos recordado, nos hemos desaparecido, amigo el que yo más quería.

Yo, asistiendo a mi nacimiento. Yo, a mi muerte.

Y yo caminaría por todos los desiertos de este mundo y aun muerta te seguiría buscando, a ti, que fuiste el lugar del amor.


Nota (imagen): "Niña huérfana en el cementerio" (1824) de Eugene Delacroix. Museo del Louvre, París.

Nota
(texto): Pizarnik, Alejandra.
2003. (Ed. Ana Becciu). Poesía completa. Barcelona: Lumen.



7.12.06

Hilda la polígrafa

-Sras:
Sres:

Sris:
Sros:

Srus:

A continuación, unos fragmentos de "La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa" de Alejandra Pizarnik:

*
Diversiones Púbicas


Como Jesús y Judas, qué amigos eran, iban a ver las series del brazo y tomaban helado del mismo cucurucho como Lavoisier y Lavater.

[...]

Tu rosa es rosa.
Mi rosa, no sé.

GERTRUDE STEIN

[...]

Felicite en fellatio.

[...]
A pesar de todo la divina comedia continúa representándose en los bajos fondos de la vidurria. Por tanto les digo, lectores hinchas, que si me siguen leyendo tan atentamente dejo de escribir. En fin, al menos disimulen. Prosigo. La Coja cojeó de cujus hasta no dejar títere con cabeza. 28 veces por día corríase al camierdote del cogyman quien acto seguido le daba tarros de alpiste para que la cojotorra le acariciase el canario percherón al susobicho. Los amantes parecían, abrazados, una urna electoral. Por desgracia hicieron un batuque de la maroshka y tuvieron que sacarlos a patadas con cotorra y todo. Pero la coja no se amedrentó por unas pinceladas superculíferas y otras nietzchedades. ¿Debo agradecer o maldecir esta circunstancia de poder sentir todavía amor a pesar de tanta desdicha? Sacha, no jodás.


*
Una musiquita muy cacoquímica


Total estoy = Tolstoy


*
La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa

[...]

Lector, soy rigidísima en cuanto atañe a la etiqueta. Es el buen tono, precisamente, lo que me insta a la precisión de un estado de profusa vaguedad.

[...]

¡Qué damnación este oficio de escribir! Una se abandona al alazán objetivo, y nada. Una no se abandona, y también nada.

[...]

Posdata de 1969. -La supieron los discípulos de Orgasmo, autor de una adamantina chupada de medias al loquero cuyo título mis pajericultos lectores conocen.


***

Nota (imagen): Fotografía de Alejandra Pizarnik, vestida de Hilda la Polígrafa, junto a Arturo Carrera.

Nota (texto): Pizarnik, Alejandra. 2002. Prosa completa. Barcelona: Lumen.

4.12.06

Entrevista a Alejandra Pizarnik (Lagunas)

Entrevista de Alberto Lagunas

DOS PALABRAS PARA UN REPORTAJE
Alberto Lagunas
Entrevisté a Alejandra Pizarnik inmediatamente después de que ella ganara el primer premio en el concurso a la producción literaria de 1965 por "Los trabajos y las noches", organizado por la Municipalidad de Buenos Aires.
Este reportaje fue publicado en 1966 en un diario de Rosario de escaso tiraje, ya desaparecido.
Tanto las preguntas como las respuestas fueron hechas por escrito, de manera que la palabra de la poeta se presenta sin ninguna alteración.

EL REPORTAJE
A.L: ¿Sabe realmente cuándo comienza a escribir un poema, en otras palabras, cree en la inspiración?
A.P.: No puedo creer en la "inspiración". Pero no se trata de una creencia sino de asistir a una evidencia.
A.L.: ¿Cómo "trabaja’ o "siente" la poesía que hace?
A.P..: Casi siempre trabajo mis poemas a larga distancia. Me importa mucho el rol de la noción de distancia en la compleja relación autor-poema. Pero distancia, en lengua argentina, suele equivaler a frialdad. Ignoro el sentido de este término y agrego que necesito más inspiración (o como quiera llamarse) para trabajar un poema que para alumbrarlo (verbo más adecuado a la segunda etapa, la del trabajo, que no conviene llamar trabajo por su connotación utilitaria). No sé qué otro término podría emplearse pero yo hablaría de intento de curación o de reparación del poema, lo cual no tiene relación alguna con el acto aplicado y escolar de corregir cuartillas con fines de perfección externa de eso que llaman forma.
A.L.: ¿Qué significan para Usted los premios?
A.P..: Una cierta suma de dinero. En cuanto a los premios honoríficos, o sea sin billetes, les quito todo derecho de autodenominarse premios.
A.L.: ¿Cómo ve el panorama literario argentino?
A.P..: No logro verlo. En cambio, vislumbro el panorama literario latinoamericano: Vale la pena frecuentarlo.
A.L.: ¿Qué nombres marcarían el siglo XX literario?
A.P..: Kafka, Breton, Joyce Sigma
A.L.: ¿Se atrevería a definir la poesía?
A.P..: No. No me atrevería.
A.L.: ¿Habría diferencia entre "lo poético" y "lo literario"?
A.P..: Hay inmensas diferencias. El sol es poético y no es literario. Cualquier objeto y cualquier sujeto puede ser poético sin ser literario.
Por otra parte, hay que distinguir entre lo poético y el poema, como así también entre lo literario y la literatura. O sea, lo poético y lo literario son atributos inmanentes de sujetos y objetos variados. La alquimia poética o la alquimia literaria puede hacerlos "visibles" como diría Paul Klee, y es esta una de las razones por las que la poesía y la literatura son apasionantes.
A.L.: ¿Qué le preocupa más cuando da a conocer un libro de poesías?
A.P..: Cuando doy a conocer un libro de poesías nada me preocupa porque me alegra demasiado la perspectiva de quitarme de encima el peso de mis poemas, tan livianos cuando dejan de ser míos o inéditos y cuando algún lector privilegiado los asume y, así, me ayuda a compartir el terrible peso de la palabra solitaria, que deja de serlo gracias a esta operación maravillosa como es el encuentro entre un lector y un poema.
A.L.: ¿En qué está trabajando actualmente?
A.P..: Estoy esperando que sea octubre para ver publicado por Sudamericana mi sexto libro de poemas: “Fragmentos para dominar el silencio” (1). Entretanto, trabajo en poemas nuevos (creo que nuevos en todos los sentidos de esta palabra ambigua) que constituirán un séptimo libro de poemas. Aún no tiene título pero yo lo llamo “J.B.” por Jerónimo Bosch (algunos poemas se relacionan con dos cuadros de él). En fin, ignoro si se trata de un libro o de una prueba en el sentido trágico y antiguo, cuando el destino probaba a una criatura humana infligiéndole alegrías y desdichas peculiares. Pero prefiero no seguir hablando de lo que aún no es.
Notas:
(1) "Fragmentos para dominar el silencio” volumen que luego llevó por título "Extracción de la piedra de locura" (Sudamericana, 1968).
(2) "J.B." es posible que sea "El infierno musical" (Fondo de Cultura Económica, México, 1971-72). Ambos títulos aluden a obras del pintor flamenco.

Nota: Encontrado en:
http://sololiteratura.com/php/docinterno.php?cat=miscelanea&doc=356

1.12.06

La conciencia del fuego...


La conciencia del fuego apagó la de la tierra. Mi visión del mundo se resuelve en un adiós dudoso, en un prometedor nunca.
Culpa por haberme ilusionado con el presunto poder del lenguaje.
Todo es un interior. Por tanto, el poema es incapaz de aludir hasta a las sombras más visibles y menos traidoras.
Hablar es comentar lo que place o disgusta. Lenguaje visceral constatador de los fantasmas de las apariencias.
Escribir no es más lo mío. Con sólo nombrar alcoholes temibles, yo me embriagaba. Ahora –lo peor es ahora, no el miedo a un desastre futuro sino la de algún modo voluptuosa constatación del presente infuso de presencias desmoronadas y hostiles. Ya no es eficaz para mí el lenguaje que heredé de unos extraños. Tan extranjera, tan sin patria, sin lengua natal. Los que decían: "y era nuestra herencia una red de agujeros", hablaban, al menos, en plural. Yo hablo desde mí, si bien mi herida no dejará de coincidir con la de alguna otra supliciada que algún día me leerá con fervor por haber logrado, yo, decir que no puedo decir nada.

8 de agosto de 1971

Nota (imagen): La Muse, óleo de Picasso.

Nota (texto): Pizarnik, Alejandra. Prosa completa. Barcelona: Lumen.

24.11.06

Diario de Alejandra Pizarnik: 22.8.55

“[…] Cuando iba camino hacia la escuela, un soplo de esperanza me inundó. Me vi caminando, sintiendo, mirando. Y me dije: ¡Soy feliz porque estoy viva! ¡Soy feliz de poder caminar y desplazarme hacia donde quiero! ¡Soy feliz porque no estoy muerta, porque soy joven, porque crearé belleza, porque debo a la vida mucho, porque siento que me llama algo muy grande!

¿Por qué no me ubico en un lugarcito tranquilo y me caso y tengo hijos y voy al cine, a una confitería, al teatro? ¿Por qué sufro y me martirizo con los espectros de mi fantasía? ¿Por qué insito en el llamado? ¿Por qué me analizo? ¿Por qué no me olvido de mi alma y no estrujo el pañuelito húmedo leyendo Cuerpos y almas? ¿Por qué no me visto con elegancia y paseo por Santa Fe del brazo de mi novio? ¡Ah! Sé que la vida es muy breve. Sé que no soy eterna. Pero, en realidad, no veo la muerte. La veo lejana. Digo cuarenta años pero no los veo. Veo un espacio inmenso. Veo millares de días. Sé que hay tiempo. Sé que tengo tiempo. Sé que amo mi alma. Me amo a mí. Amo mi cuerpo y lo besaría todo porque es mío. Amo mi rostro tan desconocido y extraño. Amo mis ojos sorprendentes. Amo mis manos infantiles. Amo mi letra tan clara. (¡Qué extraño que mi letra sea legible!)

Es muy tarde. Estoy excitada. Deseo un cuerpo junto al mío. ¡Cualquiera! Cualquier sexo, cualquier edad. ¡Eso es lo de menos! Basta un cuerpo a quien tocar y que me toque. ¡Mi sangre galopa! ¡Ah! Deseo ferviente. Me disuelvo en deseos eróticos. Nada de amor. No. Nada de eso. ¡Sí! Lo que yo quisiera es vivir mi vida diurna entre libros y papeles y pasar las noches junto a un cuerpo. Ése es mi ideal. ¿Es lascivo? ¿Es lujurioso? ¿Es estúpido? ¿Es imposible? ¡¡¡Es mío!!! Y con eso basta. Pero, ¿dónde conseguir ese ser? Tendría que ser alguien como yo, que desee lo mismo que yo. ¡No existe! ¡Sé que no existe! Mi locura es única. ¡Mi originalidad! ¡Mi extremismo! ¿Qué será de mí? ¡No lo sé! ¡Sólo sé que no puedo más! ¡Que me muero de impotencia! […]”

Nota (texto): Pizarnik, Alejandra. 2003. Diarios. Barcelona: Lumen: pp. 55-56.

Nota (fotografía): "Magnolia blossom" de Imogen Cunningham.

17.11.06

In memoriam: Alejandra Pizarnik

Literatura

In memoriam: Alejandra Pizarnik

(* 29.4.1936 - Ü 24.9.1972)

Ricardo Bada



Muchas, y muy calificadas, habrán sido las voces que hayan celebrado hace unos días el centenario del nacimiento de Luis Cernuda. Y no es para menos. Cuando nadie hablaba de él, cuando estaba poco menos que náufrago en el Leteo más crecido, gracias a Carlos Barral descubrí toda la poesía de Cernuda asequible en aquellos momentos, y con esa audacia maximalista que a veces se adueña de mí, les dije a mis amigos que se olvidasen de García Lorca y de Salinas, de Jorge Guillén y Alberti, porque el gran poeta de la generación del 27 es Luis Cernuda.

Sigo pensándolo así, y a mis 63 años es bastante difícil que vaya a cambiar de opinión. Pero respeto al cien por cien las de ustedes, quiero que conste en acta, como se dice en las películas americanas que transcurren en los tribunales.

Ahora bien, como estoy seguro de que Áncora no ha dejado pasar sin su debido recuerdo el centenario del gran Cernuda, de quien hoy quiero hablarles es de Alejandra Pizarnik, la poeta argentina que se suicidó hace treinta años, el 24 de setiembre de 1972, en Buenos Aires, mi Buenos Aires querido, su también Buenos Aires querido.

En estos días ha aparecido en España una antología que se titula Las ínsulas extrañas, y que se propone como un canon de la poesía en lengua castellana de la segunda mitad del siglo XX. En ella no figuran nombres como los de Álvaro Mutis, Mario Benedetti y Alejandra Pizarnik, y al respecto de esta última ausencia, una de las cuatro personas responsables de la antología, la poeta peruana Blanca Varela, ha dicho lo siguiente: "Cada poema elegido tenía que ser aprobado por unanimidad. Los cuatro teníamos nuestras listas y leíamos los versos. Luego discutíamos. Alejandra Pizarnik no pasó el examen: pensábamos que había más literatura en torno al personaje que en su propia obra".

De alguna oscura manera creo que tiene razón en lo que dice, y sin embargo, me duele que Alejandra Pizarnik no encontrase un hueco en ese canon. Como me dolería que lord Byron no figurase en el canon de la poesía inglesa del XIX solo porque hay más literatura en torno a él que en su propia obra, para decirlo con las mismas palabras que la antóloga de Insulas extrañas.

Creo, también de alguna oscura manera, que hay poetas cuya poesía es su vida. En el caso de un Arthur Rimbaud se da la fenomenal coincidencia de una gran poesía escrita y una gran poesía vivida y sufrida. No es lo habitual. Pero hay más ejemplos, y pienso en otro de los dioses de mi parnaso: León de Greiff. O en ese cholo divino que fue César Vallejo, quien padecía el don de ser profeta y anunció su propia muerte en versos que todos conocemos. ¿Y Konstantinos Kavafis y Fernando Pessoa: es que no cuentan sus vidas entre sus mejores poemas? ¿Y Pushkin, que oído recitar en su original es como si estuviésemos escuchando hablar a la pachamama rusa, y saber de su destino hace pensar en el sacrilegio? ¿Y Hölderlin, por los dioses todos, Hölderlin, cuya vida es la más trágica elegía jamás vivida por un elegido de esos mismos dioses?

De acuerdo, dirán ustedes, pero al mismo tiempo que su vida fue poesía, escribieron una poesía imperecedera. De acuerdo, contesto yo: y me pliego con el corazón adolorido ante el dictamen de los sabios. Alejandra Pizarnik, a lo mejor (a lo peor), no daba el nivel que requería ese cuadro de honor de la poesía en la segunda mitad del siglo XX.

La recuerdo, pequeña y desconcertada, aquél día de 1967 en que alguien nos presentó al término de una velada poética que tuvo lugar en una galería de la calle Florida, en Buenos Aires. Desconcertada, explico, al enterarse de que soy español y hablaba como un latinoamericano. Fue un encuentro fugaz del que solo retengo el asombro de sus ojos cuando luego, más avanzada la noche, me oyó recitar "El pasado efímero", de don Antonio Machado, en casa de unos amigos comunes, y creo que supo que las ces y las zetas no me abandonarán nunca jamás cuando se trate de lo más hondo de la poesía: allí donde la fonética define el sentido de un poema, donde no es lo mismo decir "del pasado masiso de la rasa" que decir "del pasado maCiZo de la raZa". Y ese recuerdo de sus ojos, es, si así lo quieren ustedes, mi homenaje a Alejandra Pizarnik en estos treinta años desde que nos dejó.


Nota: Artículo tomado del periódico La Nación, Costa Rica. http://www.nacion.com/ancora/2002/noviembre/24/ancora2.html

12.11.06

Dos princesas: Pizarnik y Joplin


PARA JANIS JOPLIN

(fragmento)

a cantar dulce y a morirse luego.
no:
a ladrar.

así como duerme la gitana de Rousseau.
así cantás, más las lecciones de terror.

hay que llorar hasta romperse
para crear o decir una pequeña canción,
gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos, eso yo.
me pregunto si eso no aumentó el error.

hiciste bien en morir.
por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo.

1972


Alejandra Pizarnik


***



WORK ME, LORD
Nick Gravenites

Work me Lord, work me Lord.
Please don't you leave me,
I feel so useless down here
With no one to love
Though I've looked everywhere
And I can't find me anybody to love,
To feel my care.

So ah work me Lord, whoa use me Lord,
Don't you know how hard it is
Trying to live all alone.
Every day I keep trying to move forward,
But something is driving me, oh, back,
Honey, something's trying to hold on to me,
To my way of life.

So don't you forget me down here, Lord,
No, no, no, no, no, no, no, no, no,
Ah, ah, don't you forget me, Lord.
Well I don't think I'm any very special
Kind of person down here, I know better,
But I don't think you're gonna find anybody,
Not anybody who could say that they tried like I tried,
The worst you can say all about me
Is that I'm never satisfied. Whoa.

Whoa, oh, oh, work me Lord, hmm, use me Lord,
Please, honey, don't you leave me,
I feel so useless down here.
I can't find me anybody to love me
And I've looked around,
I've looked everywhere, everywhere
And I can't find me anyone to love,
To feel my care.

So honey don't you go and leave me, Lord,
No, no, no, no, no, no, no, no,
Honey, don't you go off and leave me, Lord.
Can't I show you how hard it is
Trying to live when you're all alone.
Everyday I keep pushing,
Keep trying to move forward
But something is driving me, oh, back,
And something's trying to hold on to me,
To my way of life, why.

Oh please, please, oh don't you go and
Forget me down here, don't forget me, Lord.
I think that maybe you can ease me,
Maybe I can help you, said uh whoa,
Oh please, please, don't you go and leave me Lord,
No, no, no, no, no, no, no, whoa, whoa please,
Hmm please, don't you leave me, Lord.


Janis Joplin

8.11.06

Oración-amuleto para Alejandra Pizarnik


“Yo, Gran Cocinero del Rey, mientras miro pasar las nubes, atestiguo por el mismo árbol que da sombra en mi balcón, que Alejandra Pizarnik está perfectamente sana; que no hay nadie que le vaya a pisar siquiera su sombra; que está preparada para salir incólume de cualquier obstáculo, no digamos ya de enfermedades, desastres, cataclismos… [y aquí seguían largas enumeraciones surgidas al calor del impulso verbal]. Lo juro por todas las Musas, agregando cinco más (o por la Lascivia del Rey o la Cebra Heráldica).”


Nota (texto): Oración-amuleto creada por Olga Orozco para su “hija literaria”. En: Piña, Cristina. 1991. Alejandra Pizarnik. Argentina: Planeta.

Nota (ilustración superior): Fotografía de la colección "Historia de una muñeca" de Kati Horna.

Nota (ilustración inferior): Fotografía de Alejandra y Olga Orozco. París. En: Piña, Cristina. 1991. Alejandra Pizarnik.


2.11.06

2.11: día de los muertos

2. noviembre. 2006: Día de los muertos



...Y si pienso en todo lo que leí acerca del espíritu… Cerré los ojos, vi cuerpos luminosos que giraban en la niebla, en el lugar de las ambiguas vecindades. No temas, nada te sobrevendrá, ya no hay violadores de tumbas. El silencio, el silencio siempre, las monedas de oro del sueño... "Extracción de piedra de locura", Alejandra Pizarnik

...Y yo caminaría por todos los desiertos de este mundo y aun muerta te seguiría buscando, a ti, que fuiste el lugar del amor. "El sueño de la muerte o El lugar de los cuerpos poéticos", Alejandra Pizarnik

R.I.P. (requiescat in pace), Alejandra, en el lugar de los cuerpos poéticos...


Te extraña,

La Maga


Calaveritas de azúcar virtuales en: http://alcyd.com/calaveritas/

Agradecemos especialmente a Amada López la creación de la calaverita de Alejandra Pizarnik para nuestro blog.



28.10.06

Poema de Manucho

Como el buzo en su escafandra
y el maniático en su tic

me refugio en ti Alejandra
Pizarnik.

¡Oh, tú, ligera balandra,
oh literario pic-nic,

con tu aire de salamandra
modelada por Lalique!
¡Oh Alejandra,

oh mi Casandra

chic!


Manucho

Nota: poema recitado la noche de la presentación del libro Los trabajos y las noches de Alejandra Pizarnik.

27.10.06

Carta a Ana Mª Barrenechea

Querida Anita:

Estoy en un café pensando en vos y en Susana. Como no tengo el carnet de direcciones te envío cartas para las dos. Te ruego hacérsela llegar a Susana.
Te rememoramos siempre con los Cortázar y los Octavio Paz. Me gutaría saber cómo van tus cosas (seguro que muy bien).
Yo ando mejor que nunca. Escribo, publico en las revistas de aquí y -lamentablemente- trabajo en sitios infames para ganarme el duro pan de cada noche.
A pesar de los amigos de aquí las extraño mucho a vos y a Susana. De allí que les escriba estas apresuradas líneas -sin mi estilo genial pues está por comenzar la función cinematográfica.
Te escribiré después y te contaré muchas cosas.
Un abrazo de tu amiguita
Alejandra

9, rue de Luynes
Paris 7é

Nota: Atención de Ana María Barrenechea en: Haydu, Susana. 1996. Alejandra Pizarnik. Evolución de un lenguaje poético. EE.UU.: INTERAMER Serie Cultural: pág. 145

23.10.06

Diario: 26 enero 1960

26 de enero

Hoy, cuando el autobús en que viajaba se detuvo, vi por la ventanilla un hombre joven que me miraba con lascivia e interés intelectual. Me angustió y lo miré colérica pero lo miré de nuevo y allí estaba mirándome. Cuando el autobús se puso en marcha asistí asombrada a la apertura de mi rostro que le sonreía hermosamente. Pero cuando no lo vi más me subió el llanto y me dije: <Otro paraíso perdido>.

Pizarnik, Alejandra. 2003 (primera ed.). Diarios. Barcelona: Lumen. Pág. 194.

22.10.06

Familia Pizarnik Bromiker

















Ésta es la familia Pizarnik Bromiker. Rosa, la madre, sostiene en sus regazos
a una pequeña Alejandra. Mientras, Elías, el padre, carga a Myriam,
la hermana mayor de Alejandra.

21.10.06

La verdad de esta vieja pared


que es frío es verde que también se mueve
llama jadea grazna es halo es hielo
hilos vibran tiemblan
hilos
es verde estoy muriendo
es muro es mero muro es mudo mira muere


***
Texto: Alejandra Pizarnik. Poesía completa (Lumen).
Imagen: Sonido antiguo de Paul Klee.

16.10.06

Niña en jardín


                            A Daniela Haman

Un claro en un jardín oscuro o un pequeño espacio de luz entre hojas negras. Allí estoy yo, dueña de mis cuatro años, señora de los pájaros celestes y de los pájaros rojos. Al más hermoso le digo:
- Te voy a regalar a no sé quién.
- ¿Cómo sabes que le gustaré? -dice.
- Voy a regalarte –digo.
- Nunca tendrás a quien regalar un pájaro –dice el pájaro.

1966


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Texto: Prosa Completa. Barcelona: Editorial Lumen. 
Imagen: fotograma de la película Sleepy Hollow.

14.10.06

Alejandra, la cocinera



Alejandra podía irradiar, hasta un nivel inigualable, una atmósfera mágica donde las disonancias y esa especie de despiste general que la caracterizaban adquirían una comicidad maravillosa.

Antes hablé de unos ravioles, pero no fue ésa la noche de su protagonismo, sino una en que había otra gente y Alejandra llamó por teléfono a un amigo -buenísimo y que la quería mucho- para contarle que estaba cocinando -¡acontecimiento nacional!-, pero que no sabía cómo hacer los ravioles. Él le explicó que tenía que poner el agua, la sal y, cuando hirviera, echar los ravioles.

- ¿Pero cuándo están?

- Cuando empiecen a flotar.

Alejandra le dio infinidad de gracias y colgó. Al rato, tras seguir cuidadosamente las instrucciones, los ravioles empezaron a flotar y Alejandra lo llamó de nuevo anunciándole: "Ya flotan, ¿ahora qué tengo que hacer?". "Pinchálos (sic.) con un tenedor para ver si la masa está cocinada. "Pero no -respondió horrorizada- si parecen pancitas de bebés, ¿cómo los voy a pinchar?"


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Imagen: caricatura de Pizarnik por El Tomi, tomada de la página Telam.
Texto: Alejandra Pizarnik de Cristina Piña. Buenos Aires: Planeta: pág: 190.

13.10.06

Fragmentos para dominar el silencio


I

Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que cantan a través de mi voz que escucho a lo lejos. Y lejos, e la negra arena, yace una niña densa de música ancestral. ¿Dónde la verdadera muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara de loba. La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.
II

Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque regresarán para sollozar entre flores.
No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.

III

La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aun si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.


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Imagen: pintura de Leonora Carrington, encontrada en el blog de Eva Rodríguez.
Texto: Alejandra Pizarnik. Poesía completa (Lumen).

11.10.06

Sólo un nombre


Sólo un nombre

alejandra alejandra
debajo estoy yo
alejandra


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Imagen: Alejandra Pizarnik. A profile de Frank Graziano. 
Texto: La última inocencia (1956).

El despertar



          A León Ostrov

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios

Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo

Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos

Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre

Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada

Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada

Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue

¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde

Señor
Arroja los féretros de mi sangre

Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón

Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo


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Texto: Las aventuras perdidas (1958).
Imagen: tomada de Alejandra Pizarnik. Una biografía de Cristina Piña.