25.10.10
17.10.10
La inocente. Rubén Vela
A Alejandra Pizarnik
Desnuda y victoriosa, da de comer
a los animales salvajes.
Ellos lamen sus muslos, le gastan
el sexo dulcemente, se alimentan
de esas aguas más profundas.
Al amanecer, ella cierra sus
sus piernas. Los animales gimen
al principio, rugen luego,
la despedazan con sus garras.
La bella indiferente dice: ¡hasta
mañana! y duerme.
Los animales protegen sus
despojos.
(1969)
Nota (imagen): Nicoletta Ceccoli.
Nota (texto): "La inocente" de Rubén Vela.
13.10.10
Dentro de muy poco me suicidaré...
Domingo, 1 [1961]
Dentro de muy poco me suicidaré. Siento claramente que estoy llegando al final. Veo cerrado. Ni afuera ni adentro. Simplemente no tengo fuerzas y la locura me domina (una histeria atroz: imposibilidad absoluta de quedarme tranquila, quieta).
Cuando entré en mi cuarto tuve miedo porque la luz ya estaba prendida y mi mano seguía insistiendo hasta que dije: Ya está prendida. Me saqué los pantalones y me subí a una silla para mirar cómo soy con el buzo y el slip; vi un cuerpo adolescente; después bajé de la silla y me acerqué al espejo nuevamente: Tengo miedo, dije. Revisé mis rasgos y me aburrí. Tenía hambre y ganas de romper algo. Me dirigí a la mesa con el mantel rojo con libros y papeles, demasiados libros y papeles y quise escribir pero me dio miedo aumentar el desorden y me pregunté para qué lo aumentaría con un poema más que luego exigiría ser pasado a máquina y guardado en una carpeta. Me mordía los labios y no sabía qué hacer con las manos. Yo misma me asustaba porque me miraba a mí misma en mi piecita desordenada, andando y viniendo en slip y pullover sin pensar, con la memoria petrificada, con la boca devorándose. Pasé junto a la silla y me subí de nuevo en el espejo pero mi cuerpo me dio rabia y me tiré en la carga creyendo confiada en el llanto vendría.
Imagen: extraída de la película Las Horas.
Texto: Diarios de Alejandra Pizarnik. Lumen.
Dentro de muy poco me suicidaré. Siento claramente que estoy llegando al final. Veo cerrado. Ni afuera ni adentro. Simplemente no tengo fuerzas y la locura me domina (una histeria atroz: imposibilidad absoluta de quedarme tranquila, quieta).
Cuando entré en mi cuarto tuve miedo porque la luz ya estaba prendida y mi mano seguía insistiendo hasta que dije: Ya está prendida. Me saqué los pantalones y me subí a una silla para mirar cómo soy con el buzo y el slip; vi un cuerpo adolescente; después bajé de la silla y me acerqué al espejo nuevamente: Tengo miedo, dije. Revisé mis rasgos y me aburrí. Tenía hambre y ganas de romper algo. Me dirigí a la mesa con el mantel rojo con libros y papeles, demasiados libros y papeles y quise escribir pero me dio miedo aumentar el desorden y me pregunté para qué lo aumentaría con un poema más que luego exigiría ser pasado a máquina y guardado en una carpeta. Me mordía los labios y no sabía qué hacer con las manos. Yo misma me asustaba porque me miraba a mí misma en mi piecita desordenada, andando y viniendo en slip y pullover sin pensar, con la memoria petrificada, con la boca devorándose. Pasé junto a la silla y me subí de nuevo en el espejo pero mi cuerpo me dio rabia y me tiré en la carga creyendo confiada en el llanto vendría.
Imagen: extraída de la película Las Horas.
Texto: Diarios de Alejandra Pizarnik. Lumen.
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