30.10.16

¿Qué sucedería si no tuviera miedo de soñarse otro?


11 de noviembre, viernes [1960-61]

¿Quiénes aman a don Quijote? Los cuerdos, los lúcidos. Los que se le parecen lo viven con malestar. Me miré en el espejo. Parezco Dylan Thomas antes de morir, cuando decía: «Quiero desgarrar mi carne».

Anoche, mientras hablaba con las sombras, comprendí algo de lo que me pasa —había alguien en mí científicamente lúcida—. Yo decía si todo esto vale la pena, puesto que me voy a morir muy pronto. La respuesta fue la de siempre: «Si alguien te ama no morirás pronto; vivirás muchos años y tu vida crecerá como la higuera de Rilke». Pero la realidad es otra. Nadie me ama a pesar de mí, contra mí. Nadie me atraviesa como a un escollo, condición de este amor esperado y jamás hallado. Caída en las «noches blancas». Metamorfosis. El ratón se sueña ibis de la China. Alguien vendrá a castigarlo: no un gato ni ningún peligro conocido. Lo harán sufrir porque no acepta ser ratón y además (y sobre todo) porque habiendo osado pensarse ibis de la China, sufre, siente miedo y espera que lo castiguen por eso. ¿Qué sucedería si no tuviera miedo de soñarse otro?



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Texto: Cuaderno de octubre de 1960 a 1961, Diario (Lumen, 2013).
Imagen: "Young Woman Contemplating Classical Head" (1939), John Gutmann

19.10.16

En mi amor todo es pérdida...


Martes [diciembre de 1957] 

Abandono completo. No hay solución. La esperanza ha lanzado un último estertor. Mirad sus ojos abiertos, enfocados hacia un cielo de ausencia, contemplad sus manos lastimadas por la incomprensión. Aprended de su sonrisa bañada de asco, de su piel transida de miedo. Llorad, es necesario llorar toda la vida, porque mi esperanza ha muerto.

La mañana para llorar. La noche para desear. La tarde para jugar a la vida.

¿Renace la alegría? No. Es el amor que encendió un fuego cerca de mi corazón.

Existe alguien, alguien como tú o él, alguien que llora y tiene manos, alguien con un barco dentro de cada ojo, alguien cuyos labios tienen gusto a la sonrisa del mar cuando el sol lo saluda, alguien de cuya frente surgen canciones inmemoriales, alguien con un corazón mensajero que lleva cartas al infinito, alguien, en suma, como tú y como él. Y ese alguien es mi amor. Aunque yo sea una mendiga despreciada, aunque mis ojos hayan sido secuestrados por el llanto, aunque yo corra, de calle en calle, y me arrastre con un bicho dentro y aunque el bicho me muerda y me haga aullar, él es el que yo amo. (Y no cierro los ojos al decirlo.)

Excitación. Vértigo. Ganas de subirme a una estrella y decirle: Amo.

En mi amor todo es pérdida. Pero he aquí mis ojos lucientes como perros rabiosos. He aquí mis manos dulces como la lluvia. En mi amor todo es pérdida. (Hoy y siempre debo recordarlo. Hoy y siempre.)



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Texto: Diario, cuaderno de 1957 a 1960 (Lumen, 2013).
Imagen: fotografía de Annette Pehrsson.

18.10.16

Soy la Gran Pitonisa...


«Soy la Gran Pitonisa, tengo los oídos llenos de whisky y el corazón colmado de salamandras.»
(Así se presentó. Tuve miedo.)





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Texto: Diarios, miércoles, 4 de diciembre 1957-60 (Lumen, 2013).
Imagen:  Styriadetalle (2014), Santiago Caruso.

14.10.16

Alejandra Pizarnik: la última poeta maldita


Un nuevo volumen, nutrido con abundante material inédito, recoge la "Poesía completa" de la autora argentina.

Por Inés Martín Rodrigo, Madrid

Era de noche, aunque siempre lo es en la oscuridad del alma. No hacía demasiado frío, si bien el clima en Buenos Aires en septiembre puede llegar a ser severo. El día anterior había llovido y las calles aún conservaban la humedad de las gotas a destiempo. Alejandra Pizarnik (1936-1972) llevaba unas horas recostada sobre su cama, fumando un cigarrillo tras otro. De pronto, se levantó, se atusó el pelo, apelmazado por la modorra, apagó la última colilla en el cenicero de su mesilla y caminó, pausadamente, hacia su cuarto de trabajo en el departamento que tenía en Buenos Aires, en el edificio de Montevideo 980. Una vez allí, cogió una tiza y escribió unos versos en el pizarrón que presidía la estancia: "No quiero ir nada más que hasta el fondo".

"Todas las carpetas y cuadernos, además de los papeles con anotaciones o poemas, fueron conservados casi en el mismo orden en que los dejó Pizarnik".

Fue el último rastro que la poeta dejó, y así lo encontraron apenas una semana después. En la madrugada del 25 de septiembre de 1972, Pizarnik ingirió una sobredosis letal de Seconal sódico y falleció. A su auxilio acudió una amiga, que la llevó, ya sin vida, al Hospital Pirovano. La muerte, tantas veces mentada por ella, en su vida y en su obra, fue a su búsqueda en una de sus formas más poéticas: el suicidio. Los amigos que, al día siguiente, la velaron en la sede de la Sociedad Argentina de Escritores se repetían, entre susurros, los unos a los otros: "Fue accidental, fue accidental". Pero nunca lo es. Como tampoco lo fueron aquellos últimos versos, que Pizarnik escribió a modo de despedida y que hoy ven, por fin, la luz en "Poesía completa" (Lumen), el volumen que esta semana llega a las librerías españolas.

Editada por la poeta y traductora Ana Becciú, la obra recoge un gran número de poemas inéditos, escritos por la autora argentina en la última etapa de su vida (entre 1962 y 1972) y conservados en su archivo, que custodia la Biblioteca de la Universidad de Princeton. "Este volumen no es definitivo -advierte la antóloga en una nota final-, en un sentido académico; es sólo una compilación, hecha, eso sí, con lealtad a Alejandra Pizarnik, y devoción a su obra, única e irrepetible". Todas las carpetas y cuadernos, además de los papeles con anotaciones o poemas, fueron conservados casi en el mismo orden en que los dejó su autora y ese orden es el que Becciú ha tratado "escrupulosamente" de respetar.


La poeta argentina era muy escrupulosa con sus papeles y ese espíritu queda reflejado, a la perfección, en las notas a pie de página que acompañan a estos "Poemas no recogidos en libros". Como "En la noche", que procede de una libreta y cabe datar entre 1969 y 1970, o "Casa de la mente", que fue encontrado en una hoja suelta de cuaderno manuscrita a lápiz, además de los muchos versos que, en su día, fueron recogidos en publicaciones como "La Nación", «La estafeta literaria» o los "Papeles de Son Armadans", de Camilo José Cela. "Esta edición viene a subsanar varias erratas de la edición primigenia de Lumen", confiesa Becciú en conversación vía e-mail con ABC. La antóloga hace referencia al volumen publicado en 2001, que precedió a la aparición de los "Diarios" (2013) y la "Prosa completa" (2016) de Alejandra Pizarnik. "El proceso fue largo. Trabajamos, en el caso del material inédito, con los manuscritos originales, lo cual implicó cotejar versiones", asegura.

Muerte prematura

Toda la poesía de Pizarnik gira alrededor de dos polos magnéticos: su infancia en Buenos Aires, la ciudad que la vio nacer y que escogió para morir, y su fascinación por la muerte, finalmente también elegida. Sin embargo, Becciú considera "curioso que se siga insistiendo en la poesía de Pizarnik como una especie de autobiografía o del relato de una mártir, una dolorosa, como la de las estampitas que los curas entregaban después de misa". De hecho, "cuando se trata de poetas hombres, los medios se ocupan menos de sus problemáticas personales; no hurgan en sus versos para explicar que escribía así porque era alcohólico, mujeriego, depresivo o fumador. No, no, el poeta hombre es ante todo un gran poeta. Y Alejandra Pizarnik fue una gran poeta, quien, por otra parte, en el trato personal se mataba de risa". Por ello, "su muerte prematura, voluntaria o casual, no debe tomarse como ángulo de visión a la hora de encarar su proceso de escritura".

Anna Becciú: "Escribir poesía, ella lo supo bien, es una actividad peligrosa, uno se arriesga, arriesga su vida haciendo un poema".

Pero, más allá de conjeturas, poéticas y no tanto, ¿qué buscaba Alejandra Pizarnik con esos versos? La respuesta está, quizás, en lo que ella misma contestó a una pregunta similar en 1964: «Una escritura densa hasta lo intolerable, hasta la asfixia, pero hecha nada más que de vínculos sutiles que permiten la coexistencia inocente, sobre un mismo plano, del sujeto y el objeto, así como la supresión de las fronteras habituales que separan a yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos». No obstante, como advierte Becciú, «cada uno de sus poemas es una verdad» y sin ella «no podríamos vivir». «Escribió sin descanso desde los quince años por “fervor, fidelidad, devoción, seguridad de que allí está la vía de salvación”. De qué había que salvarse, no lo sabía, y acaso por eso escribía. Escribir poesía, ella lo supo muy bien, es una actividad peligrosa, uno se arriesga, arriesga su vida haciendo un poema», remata Becciú.

Su archivo

Afortunadamente, el archivo de Alejandra Pizarnik, compuesto por diarios, manuscritos, correspondencia, pinturas y otros papeles, es uno de los más consultados por investigadores y académicos de todo el mundo. Según relata a este diario Don C. Skemer, responsable de manuscritos de la Biblioteca de la Universidad de Princeton, fue Aurora Bernárdez, viuda de Julio Cortázar, gran amigo de la poeta (Alejandra decía que la Maga de "Rayuela" era ella), quien le entregó, personalmente, los papeles que conservaba en su apartamento de París y le puso en contacto con la familia de Pizarnik hace más de quince años.


Desde entonces, la obra de la argentina no ha hecho más que crecer. No hace mucho, como recuerda Ana Becciú, el investigador Patricio Lennard encontró en el archivo una serie de poemas que Pizarnik escribió originalmente en francés y en breve aparecerán publicados como "Poemas franceses". Por algo ella concebía la poesía como "un lugar donde lo imposible se vuelva posible", también más allá de la muerte.



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Texto: para leer el texto en su formato original: Alejandra Pizarnik: la última poeta maldita
Imágenes: 
1. La poeta argentina Alejandra Pizarnik, ABC. 
2. Fotografía de Alejandra Pizarnik, conservada en la Universidad de Princeton- Alejandra Pizarnik Papers, Manuscripts Division, Department of Rare Books and Special Collections, Princeton University Library. 
3. Cuadro de Alejandra Pizarnik, conservado en la Universidad de Princeton- lejandra Pizarnik Papers, Manuscripts Division, Department of Rare Books and Special Collections, Princeton University Library.

* Para visitar el índice del archivo Pizarnik en la Biblioteca de la Universidad de Princeton:  Alejandra Pizarnik Papers.

8.10.16

Escribir no es más lo mío...


La conciencia del fuego apagó la de la tierra. Mi visión del mundo se resuelve en un adiós dudoso, en un prometedor nunca. 

Culpa por haberme ilusionado con el presunto poder del lenguaje. 

Todo es un interior. Por tanto, el poema es incapaz de aludir hasta a las sombras más visibles y menos traidoras. 

Hablar es comentar lo que place o disgusta. Lenguaje visceral constatador de los fantasmas de las apariencias. 

Escribir no es más lo mío. Con sólo nombrar alcoholes temibles, yo me embriagaba. Ahora -lo peor es ahora, no el miedo a un desastre futuro sino la de algún modo voluptuosa constatación del presente infuso de presencias desmoronadas y hostiles. Ya no es eficaz para mí el lenguaje que heredé de unos extraños. Tan extranjera, tan sin patria, sin lengua natal. Los que decían: "Y era nuestra herencia una red de agujeros", hablaban, al menos, en plural. Yo hablo desde mí, si bien mi herida no dejará de coincidir con la de alguna otra supliciada que algún día me leerá con fervor por haber logrado, yo, decir que no puedo decir nada.

                                 8 de agosto de 1971



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Texto: Prosa Completa (Lumen, 2003).
Imagen: "Huida inmóvil"©, retrato que me hizo Dell'Arte Fotografía.

5.10.16

Nada


El viento muere en mi herida.
La noche mendiga mi sangre.





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Texto: Las aventuras perdidas (1958).
Imagen: "Viento de la noche" (1921), aguafuerte, Edward Hopper.