Oye, Alejandra, niña triste de la ciudad: acá van tus poemas, esos trozos condensados de tu angustia, que tú has decidido historiar.
Hoy cumples veinte años, y por eso te obsequias tus poemas vestidos de fiesta. Te has maquillado, puesto hermosa, y tus labios apagan veinte llamitas.
Pero la situación real es muy otra. ¡Alejandra! Has vestido de fiesta a tu sangre, a tu angustia. Tú no lo quieres, ¿verdad? Tú deseas escribir silenciosamente, esconderte, no mostrar los poemas a ser humano alguno.
***
Texto: fragmento de la entrada, Diarios, 1956.
Imagen: fotografía de Pizarnik, autor y año desconocidos.